El Madrid de las malas costumbres volvió a aparecer en Mallorca. Llegó tarde al partido, perdiendo casi desde el vestuario, y nunca terminó de levantarse por no tener un idea ofensiva clara. No existe en él un plan de juego que sume pases y desequilibrio de manera continuada. Sin la dirección de Kroos, mejorado estos últimos encuentros, se entregó a un par de ocurrencias geniales de James y al uno contra uno siempre inacabado de Vinicius. Jovic nunca ofreció un desmarque y estorbó más que generó, a Isco no se le espera y Benzema no puede ser el único patrón en ataque. El Madrid mueve el balón de un lado a otro, pero no presume de automatismos en los movimientos que le permitan superar al rival. Contra un Mallorca vivo y activo, signos que siempre definen al equipo de Vicente Moreno, cedió el liderato, asunto muy menor en comparación con las carencias estructurales que padece.