Súria-Soria y parada en el Zorya: el error que salpica a Chen

A quien inventó aquello de que el fútbol no tiene memoria deben pitarle los oídos cada dos por tres. La etapa de Gallego en el primer equipo es, desgraciadamente para el Espanyol, el penúltimo ejemplo. La misma unanimidad con la que asumió el cargo es la que aplaude hoy su destitución; y algunos, lo más desdeñable, entre faltas de respeto. Y entre una cosa y otra apenas han transcurrido cuatro meses, uno de ellos de vacaciones. Un cambio de parecer tan rotundo o bien obedece a la esquizofrenia, que podría ser, o a que algo muy grave ha sucedido por el camino.

En Europa, Gallego ha cumplido diríamos que con creces, aunque fue precisamente ante el Zorya Luhansk donde se le empezaron a descubrir las costuras. Y al club, la relativa confianza. Pero en LaLiga la situación se ha vuelto insostenible, sin un atisbo de evolución más que en Vigo, y fue para dar el clásico paso atrás fruto de las inseguridades. Si uno no es capaz de saber después de todo este tiempo a qué juega el Espanyol es que quizá no juegue a nada, y que por tanto este cambio sea necesario.

Pero ni Gallego es un entrenador horrendo, como ya venía demostrando (en resultados y especialmente con su atrevido juego) en la cantera perica, ni mató a Kennedy, simplemente la apuesta no salió. Como una relación de pareja que fracasa sin que medien infidelidades o traiciones. Un error que señala y salpica hasta a Chen, que quizá confundió Súria con Soria, y a Gallego con Machín.