Cómo no te voy a insultar
Cuando las cosas van bien se agradecen los apoyos, que suelen ser muchos, aunque no se necesiten. No hay espalda que aguante tantas palmadas. Cuando las cosas van mal, cuando llegan las derrotas es cuando hace falta el apoyo y el cariño, al menos, de los que se decían tuyos en los momentos de éxito. En el fútbol, en otros deportes y en la vida, escasean los ánimos cuando las cosas se tuercen. La falta de apoyos no es lo peor; los más babosos, los que más pelotean en la victoria, abuchean y hasta insultan en la derrota.
En el Bernabéu se le canta al equipo: cómo no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa por…(cada vez se pone más difícil la rima, decimotercera se ha sustituido por una y otra vez). Algunos, demasiados, cuando no brilla el blanco y llegan las sombras pasan de querer a los futbolistas como a sus hijos a llamarles hijos, pero hijos de… y esto no ocurre sólo en Chamartín, ni sólo en el fútbol.
Qué le dicen cuando pierde, al mejor deportista español de la historia, Rafael Nadal, que ha ganado, por el momento y entre otros muchos torneos, diecinueve Grand Slams, treinta y cinco Masters 1.000, cuatro Copas Davis y una medalla de oro olímpica. En 2015, perdió en Roland Garros frente a Djokovic. Algunos individuos, desde el anonimato de esos púlpitos de la cobardía macarra, en las que quieren convertir las redes sociales y los medios de comunicación que les abren sus puertas, escupen su bilis: "El pasabolas más acabado que las maracas de Machín"; "Jubílate ya y deja de arrastrarte, no ensucies más tu carrera". Otro tipejo, tras perder en el Godó, también en aquel mal año, vomitó: "Retírate ya y deja de avergonzar a los españoles arrastrando el nombre de España". No lo dejó y ha seguido "arrastrando" el nombre de España, ganando otros cinco Grand Slams y ocho Masters 1.000. Cómo no te voy a insultar.
Un grande, muy grande, en todos los sentidos, Marc Gasol, pedía (sabe cómo va esto), que les apoyemos también cuando pierdan. Merece la pena hacerle caso y estar con los nuestros en los malos momentos. Lo necesitan y les ayudará. No lo harán muchos, que son los primeros en las aglomeraciones de las victorias. Habrá poca gente…sólo estarán los mejores.