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Vargas y Pedrosa, medicina milagrosa

Milagro. Visitar Ipurua es como acudir al dentista: llevas toda la semana concienciándote pero sales fastidiado, con un dolor de narices y maldiciendo. Por mucho que intentes mentalizarte, la realidad te pone en tu sitio. Y es, incluso, peor cuando crees que es una visita rutinaria y acabas con un diente menos. Eso le iba a pasar al Espanyol de Gallego, desconectado en todo momento, sin mordiente en Eibar, perdido y sin mostrar cuál era el plan, hasta que salieron al campo Vargas y Pedrosa, sus dos correcaminos, jugadores que la lógica los convertía en vitales ante un Eibar descamisado, que deja espacios a sus espaldas y que amenazaba con el 2-0. Sin creérselo, en dos minutos y con la ayuda del desacertado Sergio Álvarez, el Espanyol marcó sus primeros goles en LaLiga y ganó su primer partido. El fútbol tiene estas cosas.

El suicidio. La victoria premia el esfuerzo del Espanyol aunque el tiempo dirá si fue fruto del caprichoso juego o si por el contrario es el comienzo de una bonita historia esta temporada. Porque antes de eso, ocurrió el peor de los males para el equipo perico. Gallego apostó por jugar con futbolistas que han estado estas dos semanas entrenándose juntos, preparando el duelo y, en ningún momento, halló el Espanyol la comodidad y el equilibrio. Ferreyra y Calleri jugaron juntos por primera vez pero Darder y Melendo, sin desborde y desubicados, no les encontraron en ningún momento. El Espanyol parecía un moribundo, deambulando por Ipurua, desvencijado... Hasta que Vargas y Pedrosa salieron y encontraron los espacios. Comparecieron en el contexto adecuado y el azaroso fútbol premió a un Espanyol que estuvo 70 minutos suicidándose. Salió cara como pudo salir cruz.

Años 60. La misma suerte corrieron los dos puntas pericos. Ferreyra es un delantero de los años 60, cuya participación en el juego es nula. Solo se activa cuando pisa área, y en ese instante es un auténtico tigre. Primer balón a la espalda (pase de Vargas) y primer gol del argentino, que puso fin al peor inicio goleador del Espanyol de su historia: 347 minutos sin anotar. Un tanto cuyo peaje es caro: el argentino se lesionó en la acción y podría perderse los próximos encuentros. Una baja que servirá para consolidar a Calleri, tan impreciso como batallador.

El ánimo. Sin las mejores sensaciones posibles, siendo un equipo timorato durante 70 minutos, pero con cuatro puntos en el zurrón, todo lo que puede venirle al Espanyol ahora puede ir a mejor. Los jugadores se comprometieron con el partido y lograron darle la vuelta, Europa supondrá una motivación extra como lo será esta victoria. E incluso el técnico deberá ir corrigiendo los defectos de un equipo que está en ocasiones a merced del viento y cuyos mejores jugadores siguen ofreciendo un rendimiento menor del esperado. Al menos en Ipurua hubo un milagro.