Vettel y el miedo escénico

Italia. Circuito de Monza. El templo de la velocidad y la casa de Ferrari. Una leyenda del automovilismo que celebra sus 90 años y aspiraba a hacerlo con un éxito a la altura de las circunstancias. Leclerc en la pole, con Vettel dispuesto a cambiar las tornas. Un escenario épico para buscar una victoria que ansiaban, que necesitaban en Maranello. Y el alemán pierde los papeles, entrompa su monoplaza rojo y pierde cualquier opción, si es que en algún momento la había tenido. Además de precipitarse con una reincorporación al asfalto que pudo ser un desastre, aunque sólo acabó en sanción. Miedo escénico, demasiada presión para un campeón que se siente acorralado. La juventud llama a la puerta con tanta ambición que la pared se tambalea.

No pretendo, en modo alguno, parecer oportunista. Ni desde luego hacer leña de un árbol que parece a punto de caer. Simplemente quiero constatar una realidad que se antoja ya incontestable, Leclerc ha tomado el mando en Ferrari y algo debería cambiar en el planteamiento de Vettel para evitar que ese liderato se afiance. En estos momentos parece difícil que ocurra, aunque un palmarés como el del alemán merece todo el crédito, un margen de confianza que le permita demostrar que sus títulos con Red Bull fueron fruto de algo más que de la superioridad mecánica. Quizá sea una simple cuestión generacional, aunque parecía que el momento de la decadencia de Vettel aún no tocaba. Veremos. Por ahora, en el año del debut del monegasco, la balanza claramente se inclina del lado de la frescura, la juventud y la ambición.