Bale responde como nunca, sin el amparo de siempre

La situación de Bale en el Real Madrid ha monopolizado el verano en el club y sus alrededores: el equipo, los aficionados y los curiosos que permanecían atentos a la peripecia de un jugador que estaba a un centímetro de la salida y ahora está tan dentro que es titular intocable. Bale marcó los dos goles del Madrid en Villarreal, campo donde debutó y donde se encuentra cómodo. Su contribución resaltó porque el Madrid estuvo al borde de la derrota en un momento de la temporada que es menos amable de lo que parece. Por temprano que sea, los resultados y una pretemporada decepcionante han elevado la tensión en el Real Madrid.

No parecía Bale el jugador más indicado para resolver los problemas del equipo en el arranque de la temporada. Sólo jugó 104 minutos en la pretemporada, salpicada de noticias, rumores y declaraciones. Se habló de su traspaso a un equipo chino, pidió salir de la convocatoria en un partido, Zidane dio casi por hecha su salida y no figuró en los planes del técnico y del club para esta temporada. La baja de Hazard, o lo que fuera, empujó a Zidane a alinearle en el primer partido de Liga, contra el Celta. Bale respondió con una buena actuación. Dos partidos después, los elogios al galés no cesan.

Al fútbol nunca le abandonan las contradicciones, pero ésta de Bale en el Real Madrid es apoteósica. Es evidente que en el club le atribuyen una nota superior a la que últimamente le otorgaba Zidane, que no le concedió la titularidad en las dos últimas finales de la Copa de Europa ni en los últimos partidos de la última Liga.

Zidane apoyaba abiertamente el traspaso de Bale. Nunca escondió su opinión. Hombre poco proclive a revisar el criterio que se ha formado de sus futbolistas, Zidane parece que ha despejado algunas dudas sobre Bale, o Bale se las ha despejado, o el club ha ayudado a que los dos las despejen. El caso es que Bale juega siempre y por ahora funciona.

El galés fue el mejor de los blancos ante un combativo Villarreal.

Rendimiento. Sólo han discurrido tres partidos del campeonato, un segmento cortísimo para obtener conclusiones del rendimiento de un jugador, pero Bale hasta ahora ha dado señales de plenitud física, de compromiso con el equipo y de soluciones en el campo. Irreprochable, por lo tanto. Son seis temporadas en el Real Madrid y el jugador ya tiene 30 años. Se puede pensar que es un futbolista totalmente medido, analizado, concretado. Jugador de grandes destellos, Bale no se ha distinguido ni por su regularidad, ni por su fiabilidad. Sin embargo, en estos partidos sólo ha dado motivos para el elogio.

Bale ha estado más lejos del Madrid que nunca desde su llegada a España. Para el técnico era prescindible y, por primera vez, también para el club. Su situación era tan novedosa para él que no invitaba al optimismo. Cuando alguien se sabe sin apoyos es difícil esperar un buen rendimiento. Bale lo ha visto de otra manera. Ha reaccionado a un momento delicado con un vigor imprevisto.

O es inmune a los problemas que a otros jugadores les trastornan, o Bale ha respondido con orgullo a un momento que desconocía en su larga trayectoria: el de la soledad. Siempre ha transmitido la idea de jugador acomodado. Desde luego, no de rebelde fajador. Quizá esta nueva experiencia, la de un jugador que estuvo totalmente amparado y que este verano no encontró sus habituales apoyos, le ha empujado al desafío. Por de pronto, está como nunca.