El oráculo de Cruyff
Todas las estatuas de futbolistas nacen condenadas al fracaso. ¿Cómo capturar en un solo gesto el repertorio de movimientos de un jugador? Ese regate, esa visión del juego, el remate de cabeza... Y luego está la destreza del artista, claro. Todos hemos visto horrores, perpetrados con las mejores intenciones, que harían buena compañía al pobre ecce homo de Borja. Ahí está el busto de Cristiano Ronaldo, que nos recibe en el aeropuerto de Funchal con la sonrisa de un alienado.
Por eso resulta casi un milagro la estatua de Johan Cruyff que el Barcelona desveló esta semana frente a la tribuna del Camp Nou. La escultora Corry Ammerlaan van Niekerk ha captado la actitud de Cruyff en el campo: el porte erguido, los brazos levantados para dirigir a sus compañeros, igual que cuando era entrenador. Los aficionados al fútbol guardamos en la memoria recuerdos en movimiento y para mí los del flaco empiezan desde esa postura quieta. Luego su estilo era tan carismático que lo he visto repetido en otros jugadores: la zancada de Ibrahimovic, la conducción de Modric, o ahora el cambio de ritmo de De Jong... Son cruyffismos.
Al pie de la estatua de Cruyff han grabado unas palabras suyas que son un credo para el barcelonismo, "Salid y disfrutad". De repente su influencia parece extenderse sobre el presente del Barça, y yo lo aplaudo. La victoria frente al Betis, con aires de liturgia azulgrana: la buena actuación de Griezmann; el gol de Carles Pérez y el debut de Ansu Fati a los 16 años... Todo se confabula para celebrar la filosofía de Cruyff en la semana en que se inaugura el estadio que lleva su nombre.
A Cruyff también se le conocía como el "profeta del gol" y quizá habría que convertir su nueva estatua en un oráculo al que pedirle consejo, como cuando estaba entre nosotros. Si yo fuera Josep M. Bartomeu, hoy mismo le preguntaría al Cruyff de acero cómo ve el posible fichaje de Neymar, si no es una contradicción elogiar a los jóvenes de casa y a su vez traer de vuelta a quien un día decidió marcharse.