Las sensaciones ofrecidas por Rafa Nadal en su debut en la Arthur Ashe fueron excelentes. Millman, verdugo de Federer el año pasado en Nueva York, no tuvo opciones. Desde su triunfo en Montreal al balear se le ve poderoso y con chispa, con la consistencia y solvencia que le hacen temible…

Además, este año parece que el viento sopla a favor. Anoche se ahorró su segundo compromiso por abandono de Kokkinakis por lesión. Un importante ahorro de energías que se une a las derrotas tempraneras de algunos pesos pesados que marchaban por su lado del cuadro, lo que le hacen atisbar la final sin grandes complicaciones. Hasta cuatro top ten ya no le pondrán en apuros: Thiem, (#3 ATP), Tsitsipas (#8), Khachanov (#9) y Bautista (#10).

Sus compañeros de fatigas del Big Three no parecen atravesar el mejor momento. Federer está en tercera ronda, pero con más minutos de los debidos en pista en sus dos primeros compromisos. Se ha dejado dos sets, ambos de inicio, en sus choques frente al indio Nagal y el bosnio Dzumhur. Concesiones que pueden costarle caro. A sus 38 años afronta partidos en clara desventaja física y la exigencia de un grand slam es máxima. No puede despistarse y siempre tuvo cierta tendencia a ello. Djokovic superó con autoridad a Carballés y Londero pero sufre molestias en el hombro izquierdo, el de su revés exquisito, su mejor golpe… Habrá que ver cómo evoluciona...

Evidentemente, queda mucho camino por delante y habrá obstáculos, pero serán menos de los previstos. Nadal luce la mirada del tigre y sabe que debe aprovechar la oportunidad para apretar aún más su pulso extraordinario con sus grandes rivales y la historia. Un triunfo en el US Open le acercaría mucho a Federer -que no gana allí desde 2008- y aumentaría su distancia con Djokovic, vigente campeón, con quien tiene un balance favorable en Nueva York: 2-1. El decimonoveno está más cerca. Apuesto por Rafa.

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