Bale rompe la liturgia


Llegó la competición oficial y el mazo del Madrid apareció en Balaídos. El régimen de los puntos arregló a un equipo metido en mil problemas durante la pretemporada. Ni completó un partido brillante, ni apartó algunas de sus habituales lagunas defensivas, pero se mostró más seguro de sí mismo y más resolutivo en las áreas. Zidane, casi por obligación que por convicción, levantó definitivamente el castigo a Bale y el galés se encargó de recordar la injusticia del mismo. Ante un Celta blandísimo atrás los desmarques del galés dieron luz al Madrid. Sus diagonales hacia el área y su avenencia con Benzema para intercambiar las posiciones quebraron a los de Escribá. El Madrid se había cansado muchas veces este verano de jugar demasiado al pie, pero Bale rompió con esta liturgia y lanzó a los de Zidane a un estreno importante.
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El buen tono general en ataque del Madrid no se correspondió con su rendimiento en fase de posesión del Celta durante los primeros 60 minutos. El principal desajuste se produjo en el costado derecho, otra vez muy superado un Odriozola de capa caída. El lateral se empeñó en seguir a Denis Suárez, vaciando su banda y provocando el desconcierto en toda la zaga. El auxilio de Bale, muy implicado en sus tareas sin balón, insufló aire al Madrid. La temeridad de Odriozola en el gol anulado que pudo cambiar el partido resultó una torpeza todavía mayor. El Madrid supo convivir con los errores de su lateral, abrochado por el criterio táctico de Casemiro y las intervenciones de Courtois, hasta que la expulsión de Modric le sirvió, contrariamente a lo esperado, para abrigarse mejor. La solidaridad grupal, la genialidad de Kroos y la notable jugada colectiva finalizada por Lucas apuntalaron una debut tan sobrio como necesitado.
Ataque al espacio

Benzema baja a recibir y Bale se mueve en ruptura para ofrecerle un desmarque a la espalda de la zaga viguesa. El galés se manejó a la perfección en este tipo de movimientos.



