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Rubiales y sus peligrosas patadas al tablero

El manejo de los tiempos. Desde su llegada al cargo, el presidente de la Federación demostró que le da igual ocho que ochenta. Su primera patada al tablero fue cargarse a un seleccionador a dos días del Mundial y convertir a España en el hazmerreír del planeta fútbol. Eso, después de obligar a Lopetegui a meter una cláusula de salida de dos millones de euros. O sea, primero puso precio a su salida y después el grito en el cielo, cuando Florentino y Julen le comunicaron el acuerdo.

Su guerra con Tebas. En su afán por mear más largo, con perdón, que el presidente de LaLiga, ha llevado el tema de los horarios a un callejón del que sólo pueden salir perjudicados los clubes. Es lícito que la Federación quiera recuperar competencias, pero no a costa de reventar el sistema. Otra vez, el dichoso manejo de los tiempos. Rubiales no ha ganado nada porque económicamente, después del auto, se queda igual. Eso sí, puede sacar pecho en twitter. LaLiga, tan envidiada y que tanto ha hecho por mejorar las economías de los clubes, por minimizar las deudas con Hacienda y con la Seguridad Social, y, sobre todo, que ha acortado las distancias entre grandes y pequeños, se aboca a un parón patronal. Con esta segunda patada al tablero, saltan por los aires muchas piezas que, después de décadas, se habían conseguido ensamblar.

Un parón liguero, posible. Habrá que ver la posible afectación económica que tiene para los ingresos por los derechos de televisión de los clubes, pero suponiendo que sea de un diez por ciento, lo que para los grandes pueden parecer cosquillas, porque 15 millones no cambia nada a Madrid o a Barcelona, para los modestos puede ser la diferencia entre el bien y el mal. No van a ser pocos los clubes que pongan el grito en el cielo en la próxima Asamblea General Extraordinaria del próximo lunes y la sombra del parón liguero la primera jornada ya planea.

El precio del poder. Ahora se avecinan nubarrones similares en el fútbol sala, otra competición modelo, a la que Rubiales está opando desde dentro. Por no hablar del contrato con Adidas que quiso romper a las bravas, después de décadas de relación, con el ínfimo detalle del porcentaje que el presidente recibe como salario variable de los nuevos patrocinios entre sus emolumentos, eso sí, aprobado por Asamblea. A mí tampoco me encantaba el fútbol de los lunes, pero igual se pueden conseguir idénticos resultados, respetando los contratos y sin proyectar una imagen tan patética.