Bartomeu, el hombre duplicado
Por una de esas cosas raras que tiene la vida, conocí a Laporta y a Bartomeu en sendos entierros. En uno, el de Jesús Polanco, el presidente que trajo a Ronaldinho me puso en el ojal una insignia del Barcelona. Y al actual presidente (el presidente que conserva a Messi) me lo encontré en el funeral de José Manuel Lara Bosch.
Este último encuentro fue muy interesante: yo tenía un mensaje de alguien muy allegado a uno de los jugadores que más preocupa a Bartomeu. Al parecer el aviso era trascendental y el presidente no había activado ese contacto… porque no disponía de su número de móvil.
Estos días en que él anda con este trajín duplicado, Neymar-Griezmann, siento como que ha extraviado algún contacto. En el caso de Griezmann lo tiene fácil: Enrique Cerezo es el más dispuesto de los interlocutores del fútbol… y del cine. Y su número de móvil está al alcance de cualquiera que lo desee.
Cerezo es un hombre en mangas de camisa. Es un hombre inteligente al que no se le humedecen los papeles sobre la mesa. Decide como si copiara los guiones de Chandler o de Azcona, quitándole paja a los discursos.
Josep Maria Bartomeu es ahora como aquel protagonista de una novela de Saramago, el hombre duplicado. Presidente de día; vicepresidente de noche. Si encontrara el móvil de Cerezo se calmaría a la vez dos dolores de cabeza, el del día y el de la noche. Alguien le dará el contacto. Quizá el propio Griezmann.