La Quinta de España
Fin de la sequía.- En 2013, España levantó en Tel Aviv su cuarta Eurocopa Sub-21 con los Isco, Thiago, Morata, Illarramendi, Carvajal o Nacho al frente. Fue la guinda de una era triunfal de nuestro fútbol, con esa Santísima Trinidad formada por la Euro-2008, el Mundial 2010 y la Euro-2012. Parecíamos invencibles, todos nos envidiaban, éramos los dueños de la pócima mágica, nosotros tocábamos y ellos miraban, ganábamos con unos locos bajitos que convertían los partidos en un grandioso rondo con espectadores, habíamos desterrado nuestros complejos para siempre, nos sentíamos poderosos, con una autoestima que era la envidia de todo el planeta... Pero se nos fueron marchitando, por culpa de los años, nuestros talentos y líderes naturales. Se fueron acabando Xavi, Xabi Alonso, Iniesta, Villa, Puyol o Torres y empezamos a saborear la amargura de la derrota, el fracaso, el regreso al cuarto oscuro. Y en esas nuestros Sub-21 perdieron en 2017 la final del Europeo frente a Alemania. Allí ya estaban los Ceballos (MVP de aquel torneo), Vallejo, Meré, Merino, Carlos Soler, Oyarzabal o Borja Mayoral. Todavía no estaban preparados y esa derrota les hizo más fuertes. Se fueron incorporando los Fabián (me pongo de pie), Dani Olmo (¿cómo puede estar este talentazo en el Dinamo Zagreb?), Roca, Fornals o Junior. Una piña. Un grupo unido en torno a una idea. De fútbol y de vida. Nunca pensaron en sus vacaciones. Querían irse de aquí campeones. Más de uno debería tomar nota y aprender la lección...
Fortaleza mental.- La manita llegó precisamente ante los alemanes. La revancha se sirve en un plato bien cocinado, elaborado con mimo, buena cabeza e inteligencia. España empezó el torneo perdiendo con Italia (como le sucedió a España ante Suiza en el arranque del Mundial de Sudáfrica), pero la reacción fue digna de un equipo campeón, con mucha personalidad. Y consumaron la conquista en Udine, en el estadio Friuli donde vi en el verano de 1990 a la España de Luis Suárez debutar con un fútbol pobre e insípido ante Uruguay en el Mundial de Italia. Y menos mal que Rubén Sosa envió un penalti a las nubes. Por suerte, entre estas dos Españas hay tres décadas de diferencia y un carácter diametralmente opuesto. La Roja de 1990 era individualista y buscaba excusas para justificar su pobre puesta en escena. La España de De la Fuente (gran lateral zurdo del Athletic de las gabarras) nos ha devuelto la fe en nuestro fútbol. Con ellos está sellado el presente. Y el futuro.
Escuela sevillana.- El MVP fue Fabián, talentazo de Los Palacios que ha tenido que irse a Italia para demostrar a los grandes clubes españoles lo ciegos que estuvieron con él. Ancelotti fue espabilado y se lo llevó a Nápoles, a 840 kilómetros de Udine, donde ayer firmó el 1-0 con un remate prodigioso. Y Ceballos, que es de Utrera, fue su perfecto aliado con su calidad, su aplomo y su técnica delicatessen. Y al lado Fornals, Marc Roca, Dani Olmo, Borja Mayoral (sus últimas medias horas han sido sublimes), Carlos Soler... Y Sivera, un porterazo. Y Vallejo y Núñez, dos muros atrás. Y Aguirregabiria y Junior, dos aviones en las bandas. Nos han hecho muy felices. Puro orgullo.
Torres & Puyol.- El Niño hundió a Alemania en la final de la Eurocopa de 2008. Vaya golazo. Y Puyol puso su cabeza de león indomable en la semifinal del Mundial de 2010 ante los germanos. Ellos nos enseñaron cómo tumbar a la Mannschaft. Con ellos empezó todo...