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Tenía que ser el gran capitán

El Deportivo estará en la final por el ascenso. En el último peldaño para llegar a la cumbre que hace poco más de un mes parecía más complicado que escalar el Everest de espaldas. Y lo hace tras una eliminatoria ante el Málaga mayúscula en la que ambos demostraron que su espacio natural es, sin duda, Primera. Lo logra además en dos partidos muy distintos, de registros casi opuestos. El de Riazor fue a tumba abierta, con seis goles, calidad y frenesí. El de La Rosaleda fue otra cosa. Fue una noche de sufrir, de apretar los dientes y jugar con la necesidad ajena para hacer bueno el resultado de la ida. Lo hizo de forma extrema en el primer tiempo y con la fortuna de los postes de cara. Lo hizo de forma inteligente y sosegada en el segundo cuando el eléctrico arranque local fue perdiendo fuerza.

Los coruñeses regresan a casa con una victoria, pero casi es lo de menos. El gol de Álex Bergantiños fue un duro castigo para Munir, que ya había fallado en la ida. Pero también un justo premio para el gran capitán deportivista. Para un coruñés que regresó este verano en Segunda tras su exilio forzoso a Gijón para comandar el vestuario hacia la soñada meta. El partido también eleva la cotización de Martí, que sorprendió con Vicente y Nahuel en el once y volvió a inclinar la balanza con los cambios. Ya sobre el césped, partidazo de Domingos, kaiser en su área y que recordó al de inicio de Liga. Somma, Saúl, Dani Giménez... Realmente lo que se está viendo en este tramo definitivo: un equipo. El lume blanquiazul avanza y sólo queda una hoguera que hay que saltar el día 23, en San Xoán. Qué más se puede pedir.