Lopetegui y la piedra del sevillismo
Julen Lopetegui aterriza en el Sánchez Pizjuán con una serie de retos, personales y colectivos, que tendrá que ir superando prácticamente desde su presentación. El proceder de una dinastía de harrijasotzeas, es decir, levantadores de piedras vascos, puede servir de referencia para cargar con la pesada losa que supone el tener a la mayoría de la afición del Sevilla en su contra. En Nervión no gusta el vasco, no tanto por haber "traicionado" a la Selección en la previa del Mundial de Rusia sino por haberlo hecho para irse al Real Madrid. Porque el sevillismo, a base de ganar habitualmente a los madridistas en su feudo temporada tras temporada, se ve a sí mismo como un enemigo directo de los blancos a pesar de que la distancia entre ambos conjuntos es sideral.
Dicha animadversión hay quien la camufla con datos como que Lopetegui ha fracasado, con matices, en todas sus aventuras como entrenador de clubes. Su notable papel como seleccionador en las categorías inferiores y en el tiempo que estuvo al frente de la absoluta queda eclipsado por su desempeño en el Rayo Vallecano, Oporto o Real Madrid. Y, sin dejar de ser cierto, la lógica invita a pensar que esos detalles no habrán pasado desapercibidos para Monchi, el principal valedor de Lopetegui. Nunca ofreció tres temporadas de contrato de primeras a ninguno de los entrenadores que fichó para el Sevilla, cosa que ahora sí ha hecho. Y sus motivos debe tener para ello, entre ellos, el previsible hambre con el que llega un entrenador ante una oportunidad única y casi definitiva para reivindicarse.
El Sevilla afronta una temporada de reconstrucción pero con el objetivo de regresar a la Liga de Campeones. Habrá más de una decena de fichajes y otras tantas salidas. Y el arquitecto Monchi ha optado por el levantador de piedras Lopetegui. Para quien le gusten las cábalas, que no olvide que el último entrenador vasco, y guipuzcoano para más señas, que se sentó en el banquillo del Sevilla se entretuvo en levantar tres Europa Leagues consecutivas.