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Al Barça se le resiste Europa

El FC Barcelona domina las competiciones nacionales de balonmano hasta el aburrimiento. Ya lleva 25 títulos encadenados, después de que el Ciudad Real ganara la Copa del Rey en 2013. Su paseo es tan autoritario, que ha convertido un empate en una noticia de portada. La crisis económica y el cierre del grifo público dejó en la raspa a sus rivales, mientras que el Barça conserva el paraguas del fútbol y puede permitirse presupuestos ocho veces por encima del resto de clubes españoles, en el mejor caso. Ante este decorado, del que obviamente no tienen ninguna culpa ni jugadores ni técnicos, que cumplen con su obligación de ganar, el Barcelona sólo puede medirse a equipos de su talla en Europa, donde ha centrado su objetivo prioritario, con suerte esquiva en las cuatro últimas temporadas. Su anterior corona fue en 2015.

El Barça desperdició una renta de siete goles y sucumbió el sábado en semifinales de la Final Four ante el Vardar macedonio, su bestia negra también hace dos años en la misma ronda. En 2016 y 2018 ni siquiera llegaron a esta fase. Que la Asobal haya bajado tanto su nivel no favorece al equipo azulgrana. Por un lado, porque no encuentra la misma tensión en la liga doméstica que en la Champions. Y, por otro, porque gana tan fácil, que luego sus resultados exteriores se valoran poco: sólo vale el título. Su tercer puesto se une al desértico caminar por Europa del resto de secciones del FC Barcelona, que en cuatro años sólo han cantado un alirón continental: en hockey patines en 2018. Aunque en su descargo hay que decir que sólo puede perder aquel club que compite. Su vocación polideportiva sigue siendo ejemplar.