Intentando salvarse del ridículo...

La inconsciencia de la que hace gala numerosas veces el capitán blanco, le llevó a sentirse capaz de salirse limpio de polvo y paja del enredo de los últimos días. No lo consiguió. Por mucho que Sergio Ramos tirara del discurso más populista y demagogo ("Yo jugaría gratis en el Madrid"), los aficionados intuyen que ha desafiado al club y que, viendo la repercusión negativa que estaba teniendo su bravata, ha tenido que dar marcha atrás. La sonrisa con la que el central hablaba de su relación con el presidente, que si padres e hijos y esas cosas, no cuadraba con el rictus serio que tenía Florentino al relatar la supuesta oferta china y el deseo de salir gratis del jugador. ¿Qué le ha pasado por la cabeza a Ramos para meterse en este lío? En su perorata dejó caer varias veces que si no siente el cariño del presi no está bien, debe ser que en ese cuerpo de Leónidas habita un mimosón empedernido, que requiere que le digan siempre que es el mejor central del mundo aunque haya hecho una temporada lamentable.

Que si el escudo, que si el alma, que si el sentimiento, que tiene esa oferta de China muy importante, pero que es feliz aquí y quiere tranquilizar a sus aficionados porque desea jugar en el Madrid hasta que el cuerpo le aguante, quién sabe si cuatro o seis años más… Las vanas explicaciones de Ramos en la sala de Prensa de Valdebebas sobre todo los sucedido dejan muchas dudas sobre su intención, y también una certeza: el club no ha entrado al trapo esta vez. Le quedan dos años de contrato (añadió una temporada más, hasta 2021, en octubre de 2017) y el asunto volverá a salir a la palestra.