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Los héroes se vuelven vulgares

No hay autoridad futbolística, desde Jürgen Klopp a don Luis Suárez, que no haya sentido estupor, cada uno a su modo, por el desastre azulgrana en Anfield. No ha sido la derrota de un equipo, sino la explicación de lo que pasa con los futbolistas cuando descienden de su historia para volverse vulgares, proclives a la desgana competitiva, ausentes de su responsabilidad para la historia de su club y descuidados en la ética y la estética del juego.

Así que Klopp se mostró feliz de que su equipo ganara, como es natural, pero en su declaración ("Es fútbol") mostró el ángulo por el que entra el (mal) ejemplo azulgrana. Fue la parte oscura del fútbol. Esa parte oscura la dibujó Luis Suárez (sin don) cuando acabó la inútil contienda: los barcelonistas jugaron como cadetes. Peor aún: los cadetes (al menos los que han despuntado a lo largo de la historia del Barça, incluso los que despuntan ahora) han mostrado un modo de ser que contradice el vapor soporífero de la gestión del juego que hicieron los jugadores de Valverde (y el propio Valverde).

El Barça empezó jugando mal hace rato, desembocó esa autodestrucción en un fútbol sin tino y en una derrota que ahora conecta con sus pequeños fracasos de la temporada, ocultos bajo el manto celestial de Messi. Ese manto no apareció en Anfield; pero no es extraño que eso suceda: a lo largo de esta temporada ese manto ha sido una sombra de la que el mejor futbolista del mundo se despertaba (como ocurrió en el partido de ida en el Camp Nou) con genialidades de cuya leyenda ya no hay rédito.

Sin embargo… Este partido desastroso ha llenado al Barça de sin embargos. Ahora ya el equipo que iba a ser el titular de un nuevo triplete está bajo sospecha, desde la portería hasta la cúpula, pasando, ay, por el entrenador. De golpe a todos se les ha teñido la cara de ceniza. De pronto a cada uno, incluido a Ter Stegen y, por supuesto, a Messi, se les ha desdibujado esa serigrafía seráfica que inspiraba la ansiedad del milagro.

Una canción mítica de Enrique Urquijo (que parte de una composición de Joaquín Sabina) cuenta la historia de un cantante de éxito que "se vuelve vulgar al bajar de cada escenario". A los héroes del Barça se les ha roto el carisma de golpe. A golpe, además, de desgana. No se asustó solo la afición azulgrana. Hasta Klopp se sorprendió de ver delante a una tropa tan desmejorada.