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Borja Iglesias y el olor a gol en los pies

‘El fútbol es así’, ‘el miedo escénico’, ‘el cerebro del equipo’, ‘el mariscal del área’,… En ese saco de clichés balompédicos en el que parece que todo cabe, introduciremos uno de nueva creación para designar a esa especie ahora en extinción en este fútbol tan moderno: el delantero al que le huelen los pies a gol. El olor a gol en los pies es al delantero lo que la sonrisa al jugón. Que decía el genio de Andrés Montes.

En el Espanyol son los pies de Borja Iglesias los que emanan ese olor. El gallego va camino de superar los 15 tantos ligueros y parecen pocos. Cifra que solo superaron en una temporada unos pocos elegidos, entre los que destaca la Santísima Trinidad del gol blanquiazul: Rafa Marañón y Raúl Tamudo. Parecen pocos porque Iglesias ha vivido una temporada obligado a lucir entre varias sombras. Una alargada, la que le persigue desde que llegó, por tener que sustituir no sólo con goles al jugador bandera, Gerard Moreno.

Otra sombra es la que proyecta la expectativa que se generó con su fichaje, lo que nos volvió a recordar una certera frase: lo mejor en la vida es generar las menos expectativas posibles. Y otra, la peor de todas, la sombra de la duda. Esa que generó su bajón goleador a mitad de curso. Entre tanta sombra, el Panda brilló y resaltó, con su inseparable olor a gol en los pies y su incuestionable trabajo al servicio del equipo.