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Hará falta un trueno en Mestalla

Se rozaba ya el final cuando la insistencia del Arsenal cogió al Valencia echando cuentas: perder 2-1 no estaba mal. En esas le sorprendió un último ataque inglés, con rechace de Neto a tiro complicado, recuperación del Arsenal, centro pasado y gol de Aubameyang, apareciendo por el segundo palo. Ese 3-1 fue un martillazo. No es el resultado que el partido merecía, pero es el resultado que hay. Un 2-0 en Mestalla le daría la vuelta, pero hará falta jugar a todo trapo noventa minutos, sin desatenciones atrás como las que hubo ayer. La última sobre todo. Pero ya antes, un gol del Arsenal llegó por una excursión de Neto a ninguna parte.

Una pena, porque el Valencia empezó bien. En poco tiempo, a Garay se le escapó un gol por encima del larguero y enseguida llegó el 0-1, obra de Diakhaby. Fueron dos jugadas que desnudaron la defensa del Arsenal. El rédito fue un solo gol, pero dos acciones tan rápidas y claras movieron quizá demasiado al optimismo. El Valencia, que jugó con cinco atrás, modificando su modelo para cambiarle el libreto a Emery, acusó ese modelo, tanto en la media como atrás. Eso quizá explique los desajustes que dieron lugar a los dos goles del Arsenal antes del descanso. Eso y la confianza por el gol rápido, que quizá relajó demasiado al Valencia.

La segunda parte fue una especie de póker en el que ni Marcelino ni Emery arriesgaban. No es extraño. Son entrenadores cuidadosos, que acumulan detalles y procuran ante todo que sus equipos no se equivoquen. Así, la segunda mitad fue un vaivén que alcanzaba su final con un prudente 2-1, que dejaba las opciones repartidas. La estadística nos enseña que un 2-1 en la ida es remontado en un 49% de ocasiones. Es decir: las posibilidades de llegar a la final estaban repartidas mitad y mitad. Pero, ¡ay! el Valencia se recostó antes de tiempo en ese 2-1, llegó el 3-1 y ahora sus posibilidades se reducen a un 21%. Hará falta un trueno en Mestalla.