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El Espanyol se bajó del tren

El refranero español tiene una frase que se ordena según convenga. Vísperas de mucho, días de nada. O viceversa. Días de mucho, vísperas de nada. El sentido fatalista de la acepción es el que hoy nos ocupa después de lo visto en el Villamarín y de lo vivido durante esta temporada en clave españolista.

El año blanquiazul está llegando a su fin pleno de días de nada y de vísperas de mucho. De previas llenas de trenes rumbo a Europa a los que subir. De esperanzas que no querían dejar una maleta, porque son las últimas que se van, ya casi vacía por el hueco que dejó la ilusión cuando quedó olvidada en una cuneta. Esa ilusión que tanto llenó la valija en el inicio del viaje llamado Liga que comienza cada agosto. El Espanyol, con su equipaje, parecía en el Villamarín otra vez subido al tren y bajó en el último minuto, como tantas otras veces. Ya ha dejado escapar 27 puntos. Cuantía más que suficiente como para intuir que, a poco que se hubieran amarrado la mitad de los que parecían ganados, el equipo ya habría subido al tren con destino a la estación deseada.

Así que parece que un año más, y ya van 13, el Espanyol se queda sin billete hacia Europa. El sueño se volvió a quedar en eso, entre vagones que parecieron trenes pero que en realidad fueron una montaña rusa. Esa en la que tanto acostumbra montar este equipo.