El triunfo de una idea
Una idea no es una horma. Una idea es una vía, un conducto, una manera de ser. Por la idea del Barça de Cruyff, el autor del modelo, han pasado los más diversos estudiosos de la ética, la práctica y la teoría del fútbol, desde Robson a Valverde, pasando, claro, por el preclaro Guardiola, el sesudo Rijkaard, el dubitativo Martino y el más revolucionario en todos esos aspectos, Luis Enrique. Entre ellos, un entrenador que también era una persona de tal nobleza que irritó a Mourinho, Tito Vilanova.
La idea era jugar, asociarse, divertirse con un deporte al que la historia ha convertido en un negocio a veces lleno de pringue y desconsideración. La idea del Barça, el de Cruyff y, más lejanamente, el de don Luis Suárez y don Ladislao Kubala, no ha sido verdaderamente contaminada por las distintas directivas. A pesar de las inevitables, y muchas veces desavisadas o tristes, interrupciones de los dirigentes, el Barça ha seguido una ruta que va de la duda al triunfo, y ahora está instalado el equipo en el triunfo.
Esta Liga es la octava en once años. Ha habido algunos nombres claves, cuya sola mención redunda en el tópico pero el fútbol es fútbol, de modo que hay que incurrir en el lugar común. Estas han sido las temporadas (y las ligas) de Iniesta y de Messi. Hay otros, naturalmente, otras primeras personas en el elenco, pero ellos dos han garantizado, a lo largo de los años, el triunfo de esa idea. Anoche, en la celebración de la décima en ocho años, esos nombres y (tristemente) el de Tito Vilanova marcaron la emoción y el reconocimiento a un equipo que es, por haberse mantenido firme en una estética que es una ética, un excepcional componente del fútbol contemporáneo.