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Timonel Rodrigo y turbo Correa

Artículo este ideal para que te lo haga un guionista de Netflix porque fue poco, poquito, lo que pudimos ver en el Metropolitano en la visita del Valladolid. Encuentro plano y sin jugadas destacables por ambos equipos. No sé si la hora del partido o la diferencia con el tercero de los rojiblancos, pero ambos conjuntos estuvieron mucho más cómodos sin balón que con balón. Los del Cholo, que habían salido condescendientes con el rival los primeros compases, todo lo contrario al día del Valencia, sólo tuvieron 15 minutos de ritmo y fluidez de los minutos 15 al 30.

Las apariciones entre líneas de Lemar o Griezmann, conectando con Morata, le daban algo de vértigo en los metros finales. Me sorprendieron tantos dedos y focos señalando a Thomas durante el primer tiempo. No sé si por un problema físico o porque tenía una tarjeta amarilla, pero la salida de Rodrigo a calentar a la media hora me pareció un señalamiento exagerado para los merecimientos del jugador ghanés.

Esa falta de fluidez obligó al Cholo a dar entrada al imprescindible Rodrigo en la creación. El centrocampista rojiblanco se me hace indispensable por su manera de robar, anticiparse en los rechaces y, sobre todo, a la hora de perfilarse en los controles, con un simple toque, el 14 rojiblanco descodifica la presión rival. A eso se unió el turbo Correa, que en momentos de pasividad saca sus caballos revolucionando el partido. Junto con un determinante Saúl, de nuevo en detrimento de Filipe, Rodrigo y Correa fueron los movimientos del Cholo para cambiar el devenir de un partido sin chicha. Rodrigo y Correa son dos jugadores imprescindibles en el futuro atlético. El argentino como el gran comodín y el canterano rojiblanco como timonel de la nave rojiblanca

Al final el partido de redujo a un tema de interpretaciones. El Cholo Simeone lo realizó con sentido con sus variantes y Melero López, a pesar de verlo detenidamente avisado por el VAR, incomprensiblemente no interpretó como penalti una mano invasiva de Arias a cabezazo de Melero. Partido de siesta donde las interpretaciones fueron determinantes.