ALBERTO MARTÍNEZ

El gol como ansiolítico

El gol a favor en el Espanyol supone más un ansiolítico que un revitalizante, y Ángel Rodríguez, un nombre grabado a fuego en la historia del Espanyol, hizo un empate tan justo como agrio.

Alberto Martínez
Licenciado desde 2006 pero escribiendo crónicas desde 2003. En AS desde 2005, donde informa del Espanyol y de polideportivo, especialmente de deportes acuáticos. Ha estado en tres Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Natación y tres Europeos. Autor del libro ‘Jesús Rollán eterno’.
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Ansiolítico. El Espanyol hizo lo más difícil, pero, de nuevo, el partido se le escurrió de las manos. Derribó el cemento armado del Getafe en una jugada espontánea que culminó Borja Iglesias, pero no supo administrar la ventaja, como le ha ocurrido tantas veces. El gol a favor en el Espanyol supone más un ansiolítico que un revitalizante, y Ángel Rodríguez, un nombre grabado a fuego en la historia del Espanyol, hizo un empate tan justo como agrio, porque supone un paso más atrás que adelante a la espera de ocho partidos que deben confirmar cuanto antes la salvación matemática.

Balón práctico. El equipo de Rubi no tiene término medio. Utiliza el balón para atacar, sin pausa, o decide dar un paso atrás como ante Barcelona, Valencia o Athletic. El balón es solo un medio que se aprecia o desprecia según el partido, pero nunca se especula con él en los pies. Por eso cuando se produce el 1-0 el equipo pierde la posesión, se vuelve espeso... No solo le ocurrió ayer sino que le pasó ante Valladolid, sin ir más lejos. En ocasiones, utilizar el balón para dormir el partido, evitar que lo tenga el rival o simplemente por transmitir tener el control de la situación es necesario.

Dos polos. La diferencia entre Getafe y Espanyol se explica en su rendimiento lejos de casa. Los madrileños suman 22 puntos por nueve de los pericos, una distancia de 13 que es casi idéntica a los que les separa en la tabla (12), es decir, entre la Champions y la nada más absoluta. El equipo de Bordalás demostró el porqué: es duro como una roca, crece con el paso de los minutos y se sobrepone a cualquier adversidad. No es de extrañar que solo hayan perdido dos encuentros y que llevan ya diez empates. Grano a grano se llena el pajar.

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Sistema. Y el pajar del Espanyol sigue aún por la mitad, en reserva. Rubi volvió al 4-3-3 y el equipo se encontró cómodo, conectó pases, llegó al área, pero ante sí tenía un equipo ordenado y laborioso, muy japonés. El triángulo Roca, Melendo y Borja lideró los ataques, sobre todo el mediapunta, con espacios gracias a la buena colocación del equipo. Las conducciones de Melendo valen por cinco pases y ponen en valor un perfil de jugador en extinción, que hay que cuidarlo como una piedra preciosa.

Situación. Cornellà-El Prat, con 16.000 espectadores gracias a que el club regaló entradas a los clubes de fútbol de la zona, sufre un transtorno bipolar, como el equipo o este fútbol tan emocional. Lo mismo ocurre con la camiseta intercambiada por Pedrosa, capaz de cambiar la opinión de una parte de los hinchas, o de trasladar las conclsuiones de un partido a una temporada o viceversa. En este afán de autodestrucción sigue navegando el Espanyol, sin más horizonte que Montilivi, sin más interés que los espectadores chinos que han visto el partido de Wu Lei.

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