Cazorla: el orgullo y el problema
Es un vicio que tengo desde crío. Cuando un modesto se enfrenta a un grande, mido su nivel aventurando cuántos de sus jugadores serían capaces de ser titulares en el once de gala del adversario. Con el Villarreal me han faltado dedos a lo largo de los años: Forlán, Rossi, Musacchio, Bruno, Bakambu y últimamente Rodrigo hubieran tenido hueco en alguna de las poderosas plantillas de nuestra Liga. Ahora, sólo Cazorla sabría entender a Messi. Ése es precisamente el problema de este Submarino.
Es mejor de lo que airea la tabla. Sin embargo, ha pagado los cambios en la dirección. Cordón dejó tanta huella como Marcelino. También le falló su fe en una zaga parcheada. En el medio cambió de rumbo sin éxito con Iturra y Fuego. Y arriba vendió a todo el que brillaba. Aun así, y pese a que ya ni llama a la puerta de una Selección en pleno casting, no está muerto. Los grandes flaquean en La Cerámica y Cazorla tiene siete vidas, dos pulmones y una cabeza privilegiada. Entiendo la cautela de Valverde.