Viendo a Messi en Santa Pola
Santa Pola es territorio vikingo, la capital de la que partió Santiago Bernabéu, para hacer del Real Madrid el club grande que enamoró a generaciones de españoles (y extranjeros) de todas partes. Uno de esos españoles extraordinarios que le dieron al Madrid veneración y estética fue Vicente Verdú, un escritor y periodista que llevó a Elche en su corazón toda la vida, como al equipo blanco y al equipo de su alma ilicitana. En ese lugar, Santa Pola, vi ayer el partido Barça-Espanyol.
Ayer hacían en Elche hijo predilecto a Vicente Verdú, y su familia madridista (en la que hay una excepción, el sobrino Daniel, corresponsal de El País en Roma y acendrado culé, como su mujer, Anna) me llevó a ver la retransmisión en… la Peña Barcelonista. Una isla azulgrana en territorio vikingo. Allí Paco Baile, que le da acogida a la peña, me contó que ahora se dedican sobre todo a cuidar el fútbol juvenil, vio con nosotros el partido y entendió que sólo tres de nosotros éramos culés. Nos condecoró con recuerdos barcelonistas y a todos, a los madridistas también, los trató con una hermandad emocionante. ¿El partido? Jugaba Messi. Ni madridistas ni culés, ni siquiera españolistas, pueden decir nada en contra de una victoria así, cuando el mejor delantero del mundo coge los remos. Paco Baile no aplaudió los goles. Un caballero. Como caballeros fueron Granero y Messi, que se abrazaron después de la trifulca.