Rogelio Sosa, 'La Zurda de Caoba'...
"Yo no corro, porque correr es de cobardes". La frase se le adjudica en Barcelona a Rexach, pero es autoría de Rogelio, Rogelio Sosa, bandera del Betis, que ayer nos dejó a la edad de 75 años. "Correr es de cobardes", le dijo a Szusza, entrenador húngaro, ante el reclamo de éste de mayor esfuerzo. Lo podría haber dicho también Rexach, sí, porque varias cosas les emparentaban, de ahí la confusión: ambos extremos, muy altos y poco rápidos para el puesto, muy técnicos y con un cierto ribete de miedosillos. Rexach rechazaba eso de que 'para jugar bien hay que sufrir', como se decía. "Lo que se hace sufriendo sale mal", me dijo un día.
Lo mismo pensaba Rogelio. No corría, ni sufría, pero la pelota y él se querían. Tenía un regate singular, 'la tostá', y una 'Zurda de Caoba' (apodo que le puso un brillante colega, Blázquez, del ABC) que le permitía manejar el balón en corto y en largo con una elegancia que arrancaba murmullos de admiración en todos los campos. Fue especialista en 'goles olímpicos', de los que le llegaron a contabilizar hasta diez, y en la difícil suerte del golpe franco. Jugó en el Betis desde el 62 hasta el 78, en años en los que el derecho de retención impedía a los jugadores volar a otro sitio, porque los contratos eran prorrogables a voluntad del club.
Cada poco tiempo sonó para el Madrid o para el Barça. Hubiera ganado más dinero, pero dudo que hubiera sido más feliz. Su sitio era el Betis, Sevilla, cerquita de su Coria natal, a la que en tiempo se llamó 'la Baracaldo del Sur', porque aquella ciudad vizcaína dio en los orígenes del fútbol grandes jugadores, y Coria se distinguió tiempo después por lo mismo. No sé qué hubiera sido de él en el Madrid o en el Barça, pero sí sé lo que fue de él en el Betis: una carrera larga, colmada de cariño y admiración, siendo el jugador bandera de un club de campanillas, querido y respetado por todas las aficiones. Rogelio fue el Betis, el Betis es Rogelio.