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Los tontos útiles que alimentan a la ECA

Cuando yo era un chaval (no hace tanto, no crean) circulaba mucho esta frase: “No hay nada más tonto que un pobre de derechas”. Tengo por ley alejar a este periódico de las pugnas políticas, pero no puedo resistirme a recostarme, buscando indulgencia antropológica, en aquel concepto a la hora de juzgar el porqué de ciertos equipos en la ECA, el IBEX-232 del fútbol, como lo llamé ayer. Una creación de los poderosísimos, que con el señuelo de constituirse en un club exclusivo han ido atrayendo a otros. Empezó en ocho, ya son 232. Con tan sólida peana, la ECA ha intimidado a Ceferin, un pardillo al uso, que busca asideros para mantenerse.

Bien mirado, en España hay tres clubes que tienen todos los motivos para ser adalides de la ECA: Madrid, Barça y Atlético. Y aún entre ellos hay dudas sobre cuáles son los ritmos a seguir, en la causa final de menoscabar LaLiga, el gran campeonato nacional, en aras de una gran Liga Europea, la gran fantasía de Agnelli y Florentino. Lo que se entiende mal es que haya un brillante pelotón de clubes españoles (Valencia, Athletic, Sevilla, Real Sociedad, Villarreal y Málaga) que engordan, por la pura vanidad de sentirse miembros del club, las aspiraciones de esos grandes patrones que lo que pretenden es arrojarles a la cuneta en cuanto puedan.

Como nuestros seis pardillos (lacayos de la oligarquía, los llamarían en la Universidad en los setenta), los hay a docenas por toda Europa. Muchos de ellos en países en los que nadie podría entrar en la proyectada Liga Europea. Pero se sienten bien al ser recibidos en algún hotel de muchas estrellas por el edecán de alguno de los que mueven los hilos. No reparan en ello, pero su idiocia contribuye a destruir el sistema que habitan. La irresponsabilidad de Ceferin, guiñol de los barandas de la ECA, pone en peligro el equilibrio que hoy funciona. Una docena de egoístas le presiona, esa docena cuya fuerza aumenta por la presencia de dos centenares de tontos útiles.