Un Espanyol a “hostias” con el gol
“Pues qué vas a hacer, darle una hostia y ya está”. La frase ahora chirría. Hoy no hay por dónde cogerla. La pronunció Clemente, y así lo reconoció él mismo en Jot Down, en plena tanda de penaltis contra el Leverkusen en la final de UEFA de infausto recuerdo perico, al ser preguntado por Losada sobre cómo lanzar la pena máxima que le correspondía. El balón acabó fuera del estadio, literal. Losada cumplió a la perfección con la demanda de su técnico y el Espanyol perdió.
La forma de entender el fútbol de Clemente era así, tratar al balón a base de “hostias”, desde el área con su mítico patapum pa’rriba hasta el punto de penalti del rival. Eran tiempos de otros discursos y de otra vida. En mi etapa en el fútbol base perico, me contaron que Clemente fumaba en el autobús, hecho que aprovechaban muchos jugadores para hacer lo propio aprovechando que el míster no les olería. El fútbol de antes tenía muchas cosas buenas pero ésta precisamente no lo era y nos liberamos de ella.
Del fútbol de antes también nos hemos desprendido del discurso del patadón y los cerrojazos. A los entrenadores contemporáneos no les gusta esa etiqueta, a veces tan necesaria. El Espanyol de hoy ha basado su recuperación en el cerrojo, a base de “hostias” con el gol del rival. En los últimos cinco partidos se ha encajado cuatro goles por los 12 goles que se encajaron en otros tantos anteriores.