Júpiter se devora a sí mismo
Pasaron los dos enfrentamientos con el Barça y al Real Madrid sólo tiene abierto el frente europeo, que no es poca cosa. Ha ganado cuatro de las cinco últimas ediciones, dato que le permite evaluar su próximo futuro con algún optimismo. El equipo y la hinchada sienten que tiene derecho a agarrarse al factor estadístico. En todo lo demás prevalece la sensación de fracaso. Como en la temporada anterior, se encuentra a una distancia sideral del Barça, que sólo encuentra rival en el Atlético, superior en consistencia y convicción al Real Madrid en las últimas temporadas.
El Madrid se agarró al lado emotivo del fútbol para medirse con el Barça, que dispone de la estructura, la fiabilidad y los recursos suficientes para no dejarse llevar por las cuestiones emocionales. Se impuso después de una discreta actuación de Messi, Suárez y Dembelé. Esta vez no gobernaron los delanteros. Fue un asunto de defensas y centrocampistas, con Piqué, Lenglet y Rakitic a la cabeza. El Madrid se resistió, combatió y perdió, como casi siempre en el Bernabéu, donde ha sufrido 11 derrotas frente al Barça en los últimos 18 partidos (2008-09 hasta ahora).
El partido mostró todas las claves negativas del actual Madrid. En primer lugar, su decepcionante secuencia de fichajes. Esta temporada ha contratado a Courtois, Odriozola, Mariano y Brahim Díaz por un total cercano a los 100 millones. Sólo el portero belga jugó contra el Barça, donde aparecieron dos fichajes de este curso: Lenglet y Arthur. Arturo Vidal también dispuso de media hora. Tampoco pesan en el equipo dos fichajes de la temporada anterior: Theo y Ceballos (50 millones entre los dos). El lateral juega en la Real Sociedad y Ceballos apenas entra en el equipo.
El único que tiene impacto es Vinicius, fichado en 2017 y ahora sometido a una presión acuciante por los defectos que caracterizan al resto del equipo. Lejos de concederle un ingreso suave y natural, han bastado 15 partidos para que el Madrid le convierta en bandera a la fuerza. Tiene mérito el joven brasileño, porque es un aprendizaje por inmersión. Sin embargo, con Vinicius se corre el riesgo de perder la perspectiva. Empieza a sufrir las críticas de los jugadores consagrados (las dificultades en la definición, la ausencia de pausa…)sin calibrar que tiene 18 años y no 28. La pérdida de perspectiva con Vinicius empieza a ser preocupante. Casi se le pide que resuelva los problemas que antes aclaraba Cristiano Ronaldo. Así de graves son los problemas del Madrid.
Si las novedades no funcionan, en gran parte porque es muy difícil descifrar la actuación del Madrid en el mercado en los últimos años (un salto de la era galáctica a la vecinal), las derrotas con el Barça desprenden el perfume de una generación que se esfuma. Los cambios de Kroos y Bale en el segundo tiempo, con el partido en una situación crítica, sonaron a aviso para navegantes. Se viene un cambio de personal, o eso parece que necesita el Madrid, con varias de sus estrellas por encima de los 30 años. Alguno está vigente, caso de Sergio Ramos. Marcelo y Bale, no. Modric cumplirá 34 años. Benzema va camino de 32.
Más que una regeneración, el Madrid necesita una revolución. La primera está relacionada con el criterio. Es un club que vive horriblemente las derrotas, pero no disfruta suficientemente de las victorias. Siempre se empuja a la prisa, a las sospechas, a la búsqueda de cualquier responsable en los momentos de dificultad. Nada satisface en la dirección, excepto la victoria, obsesión poco saludable cuando anima al victimismo, la ansiedad y la desunión, tres factores que destacan especialmente en el Madrid de los últimos tiempos. Una vez más, el Madrid transmite la imagen de Júpiter devorándose a sí mismo.