Espabila, Ronaldo te mira
El equipo de don Miguel Delibes, el autor diáfano de Castilla y de La sombra del ciprés es alargada, puso al Barça en un tris de quedarse otra vez deslumbrado por sus propias luces opacas. Fue un partido en el que sólo brillaron Masip, el portero del Valladolid, y su amigo Messi, el único delantero que debió darse cuenta de que en el palco, en lugar principal, estaba el dueño del equipo visitante, Ronaldo, leyenda brasileña del Barça (y del Madrid, sobre todo). La presencia de Ronaldo tendría que haber alertado a los azulgrana para, al menos, esforzarse en la calidad del juego.
Pero esa sombra alargada de la calidad de Ronaldo no pareció suficiente para que despertara el equipo. El Barcelona jugó sonámbulo, aturdido quizá por la experiencia mediocre de sus últimos partidos. Destellos de Dembélé, grandeza de la voluntad estética, y acaso ética, de Messi, y heroico Masip. Ronaldo debió aburrirse ante este ciprés caído que fue anoche el Barça en su propia casa.