Vinicius a la hora del postre

Escribo entre Morata y Vinicius, es decir, entre el pasado y el futuro del Real Madrid. A uno le tocó vivir a la sombra de Benzema, intocable nueve desde que aterrizó en el Bernabéu hace ya diez años, que se dice pronto, y al otro pelear con Bale, Asensio, Isco y Lucas Vázquez para ganarse un puesto en el once titular. Esto último parece haberlo conseguido. Sigue precipitándose cuando el ataque pide calma y le falta definir, que no es más que un eufemismo para no decir que falla demasiado, pero... Pero tiene sólo 18 años y lo visto en las últimas semanas nos hace pensar que el bollo se está cociendo bien.

En el Camp Nou no se arrugó, lo de estar acostumbrado a correr la banda de Maracaná siempre ayuda, y el partido confirmó el carácter del que Cacau Beraldini, uno de sus primeros entrenadores, habló en As: “Con siete años él ya competía con niños de nueve y diez”. Cada vez que a Solari le preguntan por él, se le escapa media sonrisa. Cuando dice: “Me sorprende que se desenvuelva así”. O: “Vinicius tiene cosas que se ven cada vez menos”. O suelta esta frase que por sí sola vale para un tatuaje: “Vinicius es fútbol”. Pues esta tarde tenemos fútbol y a Vinicius. Buena pinta tiene el postre.