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Modric, Messi y la falta de gas

Modric fue más por lo que destruyó que por lo que hizo y Messi nos regaló el más gris de sus partidos en el fútbol español... porque con la selección argentina ha tenido más de un petardazo. Así que es normal que el arroz nos saliera pegado y duro como para dejarse uno un empaste en él. Sin embargo, en ese pulso entre los creadores más brillantes de uno y otro equipo, la del croata (que hizo cuatro faltas y no recibió ni una) fue una tarea que encontró premio y contentó a su entrenador. En lo que llevamos de 2019 ha vuelto a ser el Modric con etiqueta de Balón de Oro, la llave del equipo, el que reorienta una jugada que venía por allí y ahora sale por allá.

Messi, mientras, no estuvo. Su entrada la entendió Valverde como un ibuprofeno anímico al partido, en el que el Real Madrid se dedicó tanto a guardar la ropa que al final casi la pierde. Esta vez Messi no obró el milagro y justificó que su entrenador mire por su físico hasta el punto de haberle privado de 1.092 minutos con respecto a la pasada temporada. Modric jugó y se fajó hacia atrás y Messi no brilló hacia delante. Eso que se perdió el Clásico, un Clásico sin gas. Le robo un par de frases al Negro Fontanarrosa: "Uno ha envejecido cinco años otra vez, igual que siempre. Todo por un clásico, apenas. Un partido de fútbol, simplemente". En tres semanas tenemos otro. Simplemente. Salvo que Modric y Messi digan lo contrario.