La venganza de Rulli
Se lo pedí a Gero Rulli en la previa, en sintonía de ‘El Larguero’, que se cobrara la venganza pertinente en el Derbi vasco contra el Athletic porque los mataos de la prensa de la Real Sociedad perdimos nuestro particular derbi. El argentino se reía divertido, pero luego cumplía con creces sobre el césped, parando el penalti a Raúl García y transmitiendo la seguridad necesaria en los minutos de zozobra del final, cuando los rojiblancos apretaban buscando un empate que no llegó, porque el fútbol no podía ser tan injusto.
No lo digo tanto porque los de Imanol Alguacil hubieran bordado el fútbol, sino porque su primera parte fue lo suficientemente superior, rubricada con los golazos de Willian José y Mikel Oyarzabal, como para llevarse los tres puntos. Y el partido del Athletic fue pobre, lejos de la medida ofrecida hasta ahora con Gaizka Garitano, insuficiente como para pensar en sacar algo positivo de un partido de esta índole. El partido prometía emociones fuertes, porque los dos las necesitaban, pero la realidad es que el espectáculo fue bastante pobre. Aunque quizá quien más intención le puso, quien más quiso, fue el jugador que viste de azul y blanco. Y la grada de Anoeta por fin vivió su primera gran alegría sin pistas de atletismo. Ya lo merecía. Y de paso Rulli cumplió con su palabra. Su ‘venganza’ fue la de todos los txuri-urdin.
Porque ganar al eterno rival siempre produce esa agradable sensación de saber que durante la semana no vas a ser tú el foco de las bromas de tus amigos del otro lado de la A-8. ¡Seré yo quien os vacile, chavales! Porque eso son los derbis, por eso son especiales. No se trata de que sea o no el partido del año, (Herrerin, que eso es lo de menos, te confundes), esto va de rivalidad deportiva bien entendida, de vaciles y risas entre gente que somos muy cercana; y quien no lo comprenda (o no lo quiera comprender) es que no sabe de que va esto de los derbis, por mucho que jugué miles. Así que, Gracias Gero. Esta semana me toca a mí.