Karim es el de siempre, con y sin depredador al lado

Aunque su deslumbrante actuación ante el Espanyol ha entusiasmado a propios y extraños, Benzema sigue siendo el mismo tipo de jugador que hemos visto la última década en el Madrid. Que ya es un mérito estar diez temporadas ahí, eso es indudable, pero creer que a sus treinta y un años va a mutar en otro futbolista es tener demasiadas esperanzas. Los números que lleva este año están en sus estadísticas normales y mejoran las de los últimos dos cursos, pero no se acercan a los registros de sus mejores tiempos. Lleva nueve goles en los veintiún partidos ligueros que ha disputado y en quince de ellos se fue sin marcar. No ha marcado ni un gol contra los fuertes, es más, todos los tantos se los ha hecho a equipos de la zona baja de la tabla. En la Champions, los tres goles que lleva en seis partidos se los hizo todos a la cenicienta del grupo, el Viktoria Plzen.

En total lleva quince goles en treinta y tres partidos, lo que no parecen unas cifras de locura ni lo convierten de lejos en el mejor nueve del mundo, que diría Lucas Vázquez, ni en el mejor diez, ni en el mejor ocho. Karim es un jugador especial, diferente, con una visión de fútbol que tiene que ver más con la plástica que con la efectividad. Intentar que a su edad se transforme en un killer parece una quimera. Con sus ausencias e irregularidades, siempre ha sido un futbolista que jugaba más para el equipo que para él. Lo mismo que hizo el domingo ante el Espanyol en Cornellà, con la única diferencia de que ahora no tiene al lado un depredador que se aprovechaba de su trabajo y se terminaba llevando los flashes y los titulares que podía merecer el francés. Karim jugó muy bien muchos partidos en los que se terminó hablando exclusivamente de los goles de Cristiano.