Prácticamente, como cada ventana de mercado el tema del 9 ha vuelto a ser asunto de estado en el Atlético y, prácticamente, como cada vez que Simeone ha solicitado algo, lo tiene. Es así. Morata llega doctorado. Con sus altibajos, evidentemente, pero después de haberse sabido ganar la vida en las áreas del Calcio y de la Premier, además de lo expuesto aquí. Más allá de sus cifras, a Simeone lo que le entra por los ojos es su impacto en el estilo, se ajusta y le permite variantes, a priori. A muchos se les habrá pasado por la cabeza el tridente junto a Griezmann y a Diego Costa, e inviable no es por la ductilidad de sus efectivos. Principalmente del francés y del recién llegado.

Pero eso ya es cosa del técnico. De cómo administre el nuevo regalo que recibe y lo haga mezclar con otros presentes que ya tenía en su poder desde julio. Si es que las lesiones le dejan, de una vez, darle continuidad a la idea. Simeone ha vuelto a porfiar y el Atlético no ha dejado escapar la ocasión única que le presentaba la situación de depresión del delantero en el Chelsea. Para ello no ha importado darle una nueva vuelta de tuerca a los números y al gasto, desprenderse de alguna pieza que se anunciaba como interesante para la causa futura, como es Jonny, o arriesgar con un jugador que hace poco insistía en triunfar en la orilla rival. Ahora le toca al técnico arropar al nuevo ariete y generar un caldo de cultivo donde pueda recuperar las sensaciones.