Los duendes del fútbol están con Isco

Se diría que los duendecillos del fútbol conspiran con sus travesuras para ayudar a Isco. No me extrañaría, porque es un jugador con encanto, de esos que le hacen bien al juego, y está en desgracia. Una plaga de lesiones (leves, por fortuna) en la parte de arriba del equipo colocan a Solari ante la tesitura de sacarle por fin como titular en un partido de tronío. O quizá no. Quizá viaje Vinicius, aun griposo, quizá viaje Mariano, que pudo entrenarse por primera vez en mucho tiempo, quizá tire del recién llegado Brahim... Empieza a ser difícil distinguir entre lo que hay de pensamiento táctico y de inquina personal en este apartamiento.

El partido es bonito. Le coge al Madrid el quinto, chupando rueda del Alavés, que ayer empató en Montilivi, y al Betis séptimo, aunque algo distanciado desde la inesperada caída en El Alcoraz. Es el Betis de Setién, el entrenador que en este tiempo centra el debate sobre el estilo en España. No hay unanimidad en la afición del Betis. Gusta el juego, pero se echa en falta poderío en las áreas. Los partidos se cuecen en el medio campo, pero los resultados se cuecen en las áreas, y el Betis gusta más por su forma de asegurar la pelota que por la de asegurar la portería propia y agredir la contraria. Eso sí: es un equipo con encanto por su forma de jugar.

Ese encanto del juego colectivo lo acentúan Joaquín y Lo Celso, dos futbolistas a los que da gloria ver. Joaquín quizá tardó un poco demasiado en tomarse su carrera en serio. Ahora que sabe que le queda poco, la estruja con pasión y está teniendo uno de los otoños más gloriosos que le recuerdo a futbolista alguno. Lo Celso es un representante de la escuela rosarina, la más exquisita de las expresiones del fútbol argentino. Buenos jugadores para un buen partido, a los que dará la réplica Benzema, convertido en la gran baza del Madrid. Y quién sabe si Isco, si es que Solari se deja convencer por esos duendecillos traviesos que conspiran.