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LA PIZARRA TÁCTICA

El Betis de Setién, cuestión de estilo

Setién ha logrado con este Betis un valor del que pocos pueden presumir. Con una cultura futbolística muy definida, es un equipo reconocible tanto en lo bueno como en lo malo por encima del sistema que utilice. El técnico cántabro modificó el dibujo en el encuentro de Copa contra la Real Sociedad, desplazando la zaga de tres centrales por una defensa de cuatro futbolistas. La novedad sentó bien al Betis, más atinado en la generación de ocasiones pero imperfecto en la finalización (15 remates sin gol). Se desconoce si tendrá continuidad ante el Madrid, aunque a Solari no le debería trastocar en exceso el diseño de partido que tenga en la cabeza porque el Betis mantendrá sus constantes con uno u otro esquema. El patrón de juego verdiblanco no varía.

El balón centra todo en el Betis. Su promedio de posesión, 63%, el mismo que el Barcelona, delata una idea vertebrada a través del pase. Los centrales, con la colaboración decisiva de Pau López, asumen la iniciación de la jugada en la que William Carvalho adopta un papel trascendental pese a las dudas del principio. El portugués conecta las líneas, en ocasiones de forma demasiado pausada. Con un bloque escalonado, situándose los carrileros o laterales en posiciones avanzadas, las recepciones de los interiores también favorecen la salida. Esta concepción del juego con tanto riesgo expone al Betis en algunas situaciones. Es el conjunto de LaLiga que más pérdidas registra en campo propio (20 por partido). Tello fue el último jugador en cometer un error grave de este tipo en el gol del empate del Huesca en la pasada jornada.

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El juego tan posicional del Betis enlaza con sus dificultades en la creación de oportunidades una vez se asienta en terreno rival. Los de Setién mueven el balón de lado a lado (26 acciones de ataques por la derecha, 25 por el centro y 27 por la izquierda), pero se aletargan en asociaciones inocuas. Desde esta perspectiva cada vez resultan más determinantes los movimientos al espacio de Canales o Lo Celso, dos futbolistas de extraordinaria calidad que con sus rupturas provocan desajustes en el adversario.

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Este Betis tampoco es ajeno a la contradicción. La pretensión de Setién de llevar la iniciativa no minimiza la profundidad de su equipo en los contraataques (seis goles). Cuando puede correr lo hace con sentido. Si los rivales hacen una presión alta, posee la capacidad de deshacer sus líneas para lanzarse en transición. Puede ser un arma de doble filo buscar al Betis en zonas adelantadas, especialmente si no se está convencido de apretar arriba como le ha sucedido al Madrid en duelos previos.

Setién también ha conseguido un rendimiento defensivo apreciable de su equipo, olvidados algunos problemas en el inicio del curso pasado. Aún tiene despistes relacionados con la ubicación de Carvalho y los vacíos en las bandas. Si el portugués salta se crean huecos a su espalda que desarticulan el balance. Asimismo, con la formación de tres zagueros, aparecen resquicios entre el tercer central y el carrilero. Benzema o Isco pueden intervenir en estas rendijas abiertas que deja el Betis. En esas incoherencias tácticas también se reconoce a los de Setién.

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Movimiento clave de Joaquín

Joaquín aparece por dentro desde la izquierda para ofrecer una línea de pase a Mandi y Carvalho se desmarca después al espacio libre. La maniobra del gaditano espolea el ataque bético en una jugada que acabó en gol de Sanabria contra el Eibar. 

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