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Christian Eriksen siempre fue un alumno aventajado

Christian Eriksen no ha dejado de correr desde que sus padres, ambos entrenadores de fútbol, le dejaron participar en un partido con chicos de cuatro años. El centrocampista del Tottenham sólo tenía dos. No es que le guste correr, es que quiere el balón. “Si eres suficientemente listo, no hace falta correr tanto”, dice ahora. La evolución de Eriksen pasó por tres fases de estabilidad, justo esa sensación que busca allá donde va, que le da felicidad y le ayuda a mejorar. Después de destacar en Dinamarca se fue al Ajax, porque sabía que convertirían su cerebro en un compás y un ordenador futbolístico de última generación. La mayor parte de los cinco años en Holanda tuvo a Frank de Boer de técnico y a Morten Olsen en su selección. Y ya lleva un lustro con Pochettino. Con Mauricio ha aprendido a dominar los partidos, a descubrir las ventajas de no dejar de correr, de presionar, a ser más agresivo. Y ha añadido músculo y perdido grasa porque, de un modo discreto, es de los jugadores más disciplinados del Tottenham. Como quien no quiere la cosa, se ha convertido en uno de los mejores cerrajeros de la Premier. No regateará a 20 tíos, sino que será, como su ídolo Andrés Iniesta, el que encontrará el hueco y el toque necesario para dar el pase que abra defensas.

Está alcanzando su mejor momento con 26 años, dos después de renovar su contrato hasta el verano de 2020. Le da ritmo al equipo, es valiente en la presión, marca, asiste. Su presencia es tan influyente que llegó a ser votado por los aficionados Mejor Jugador de la temporada pasada... pese a los 35 goles de Kane. Desde su llegada en 2013, sólo Ozil ha dado más asistencias. En las dos últimas temporadas, sólo De Bruyne (City) y Neymar dan más goles que él en las cinco grandes ligas. Es el que pone la magia…