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Es diferente, háganle jugar...

Lo que viene con Brahim Díaz ni es flor de un día, ni es casualidad. Detrás de cada una de sus aventuras sobre el campo hay muchas lecciones de fútbol, mucho aprendizaje, hay el hambre del emigrante. Le verán bajito, delgadito, pero tiene valentía, una velocidad endiablada en los primeros metros y capacidad de regate de esa con la que vale la pena hacer concesiones para poder explotarla. Con los jugadores de su misma edad, ya sea en la Selección española o en la cantera del Manchester City, destaca también por querer el balón, por saber escoger los momentos precisos, por atreverse cuando toca hacerlo.

Con los mayores del equipo inglés no ha tenido todavía los diez partidos que marcan su verdadera valía (no ha jugado en la Premier League en la actual temporada) pero en los dos goles que le marcó al Fulham en la Copa de la Liga demostró que había cumplido con lo que le pidieron: llegar al centro desde su posición en banda. Más pistas: chuta con la derecha pero es capaz de hacer regates mágicos con la izquierda. Maneja las dos piernas. No sabe (eso casi siempre es imposible a su edad) hasta dónde va a llegar. Pero háganle jugar. Les va a dar algo diferente. Y lo diferente se cotiza, con razón, muy alto. En el Santiago Bernabéu ahora mismo, más que nunca.