Madrid y Barça juegan a 23 kilómetros

Los Reyes nos traen buen fútbol, con una tarde que encadena partidos fenomenales. Y con la rareza de que el Madrid y el Barça juegan casi seguidos, a 23 kilómetros de distancia, y con media hora para trasladarse de uno a otro campo. Sé de más de uno que lo hará, aunque a costa de salir antes de tiempo del Bernabéu o llegar con el partido en marcha al Alfonso Pérez. Ocasiones así no hay muchas. Antes de todo eso, el Atlético visitará al Sevilla en un partido de muchísimos quilates. LaLiga bulle de interés en la zona alta de la tabla, en la que ha comparecido el Alavés, sin que nadie le esperara. Ayer ganó al Valencia y hoy es cuarto.

En el Madrid los ánimos no están bien después del empate en Vila-real. Pienso que Solari cometió un desliz al enaltecerlo. Los empates no son lo que eran cuando ganar sólo daba dos puntos. Los de fuera de casa se enfatizaban: eran ¡un positivo! Ya no contamos así y nos hemos acostumbrado a tal superioridad de los grandes sobre los otros que un empate no dice casi nada, salvo que sea en el campo de un rival directo. Vale para los que van por atrás, pero por arriba se anda muy deprisa. Tampoco estuvo fino Solari en presumir de estar ya el cuarto (¿o quinto?). Ha tenido un calendario muy cuesta abajo y lo podría haber aprovechado más.

Falto de Bale (¡hubo parte médico, sonaron trompetas en el cielo!) y de Asensio, no sabemos si el técnico le levantará el arresto a Isco o si tirará de Vinicius. Éste se parece más a lo que se pretende que haga el titular, Bale, pero me parece que su efecto champán se va esfumando. Del fondo del club vienen voces de decepción. Lo que se le ve en los entrenamientos no anima, se le ve más para el Castilla. Pero nunca se sabe: quizá hoy juegue y dé el zapatazo. O quizá juegue Isco, que rema río arriba con este técnico. La Real reestrena entrenador y viene con bajas, pero es equipo que siempre luce en el Bernabéu, porque tiene todo un pasado.