El percutor de Cardiff
Banzai. Los guerreros japoneses del Kashima nos tenían avisados. Hace dos años, en pleno esplendor del Zidanato y del Cristianato, nos llevaron a una prórroga agónica y casi nos despojan del título. Además, hasta esta semifinal de 2018 llegaron después de eliminar al Chivas de Guadalajara mexicano, campeón de la CONCACAF. Quizás por eso a nadie sorprendió que en la primera ofensiva del partido tuviese que hacer Courtois una parada formidable que evitó males mayores. Con la guarida protegida y la sociedad Marcelo-Bale activada, sólo era cuestión de esperar. Pero que el 3-1 no nos lleve a engaño. El River Plate sabe de sobra a lo que me refiero. Este Mundial de Clubes es una competición de corto trazado y muchas trampas en el camino. Un exceso de confianza, un instante de relajación y te vas para casa. El nombre del rival no importa. Aquí funciona la fortaleza mental y la concentración. En eso los japoneses son artistas y más con el refuerzo sedoso de sus brasileños. Serginho y Leo Silva le dan empaque y un espejo de aprendizaje a los Endo, Abe y Doi. No era fácil. Créanme. Objetivo cumplido.
Huracán Gareth. El galés es un futbolista imposible de catalogar. Si te dejas llevar por su última media hora ante el CSKA o por el Clásico del Camp Nou, lo venderías hoy mismo. Pero le ves en la final de Kiev o en esta semifinal mundialista y te dan ganas de hacer llaveros y pines con su figura. Bale vive en su mundo, al que pocos tienen acceso. Pero cuando abandona el off y enciende el on muta en un jugador determinante. Sobre todo por su pegada. Descomunal. Marcelo se puso su camiseta de amigo solidario y le regaló un lujazo en el 1-0 que Gareth no desperdició. En el 2-0 nos enseñó el británico un registro al que no nos tiene acostumbrados. Presionó, estuvo vivo y se adelantó a la zaga y al portero nipón para ajusticiarles. Y el gol del descabello fue un zurdazo inmisericorde, de nuevo con Marcelo de cómplice nada accidental. Lástima que Bale no tenga más sentido de la regularidad. Pero cuando le da por aparecer a currar en la oficina, adelanta tarea que no veas...
Llorente, el ‘Jefe’. Marcos se siente con galones y cada partido que pasa nos recuerda al gran stopper que deslumbró en Mendizorroza hace dos años. Activo, leal, infatigable y severo en el cierre de líneas. Crack.
Karim, 31. Benzema ha cumplido 31 años con una sonrisa. Y con las luces encendidas. Sólo le faltó la guinda del gol, pero se lo perdonamos porque el francés sigue inspirado, participativo, generoso y con un entusiasmo casi adolescente. Esta nueva versión de Karim es la que quería ver la afición...
Otra final más. El sábado, a las 17:30 horas en España y a las 20:30 en Abu Dhabi, está citado el Madrid para disputar una nueva final. Llega la hora de valorar el mérito de este equipo y de esta generación de jugadores. Ya son 730 días siendo campeones ininterrumpidamente de esta competición. Desde aquel 20 de diciembre de 2016 (4-2 en la prórroga al Kashima en Yokohama) los blancos defienden con éxito su corona mundial. Un mérito que sólo sabrá valorarse como merece cuando dejen de ganar. El Al Ain ha llegado con justicia a la última recta. Que no me hablen de final descafeinada. Los árabes eliminaron al campeón de Oceanía (Wellington), de África (Esperance de Túnez) y de América (River Plate) para llegar hasta aquí. Un rival dignísimo. Y una final lustrosa.