La alargada sombra de Mourinho planeará sobre Solari
La horma del zapato. Florentino siempre vio en Mourinho al entrenador que mejor supo interpretar lo que él esperaría de un técnico del Real Madrid: resultados, mano dura en el vestuario, cortarle las alas a Ramos y capacidad de confrontación con todos los enemigos, reales o imaginarios, que asomasen por el universo blanco, ya fuese en los estamentos futbolísticos o en los medios de comunicación. Es indiscutible que Mou dejó una legión de ruidosos fieles y una manera visceral de entender el club, como indiscutible es que fueron los técnicos de buen trato con el jugador los que ganaron todas las Champions en color desde la Séptima: Heynckes, Del Bosque, Ancelotti y Zidane.
Lo peor de su destitución. Mourinho, en el mercado, va a ser una permanente espada de Damocles para Santiago Solari, recobrando esa sensación de interinidad que ni el contrato de tres años parece haber disipado. Cada pinchazo del Real Madrid se hablará de falta de actitud, de competitividad, de la falta de hambre de la plantilla y el recuerdo del portugués planeará por el Bernabéu, dividiendo a los que le adoran y a los que piensan que segundas partes nunca fueron buenas y menos con un técnico de tanto ego.
La reflexión de Míchel Salgado. Ese Madrid dicotómico se vislumbró en la interesante entrevista con Salgado en El Partidazo. El exlateral blanco no entendió la respuesta de Courtois dando importancia a las declaraciones de Simeone. En su época en el club, el lema de sus capitanes era "el Madrid no llora, el Madrid trabaja". Sin embargo, desde que Míchel se fue, el club que él conoció ha mutado y en parte, no confundir con el todo, se ha mourinhizado. Contestar, reivindicarse, pasar factura y parar los pies fuera del campo es otra forma de madridismo.
Un batacazo Monumental. La sorprendente derrota de River Plate ante Al Ain impedirá el choque entre el mejor de América y el mejor de Europa, pero para el Real Madrid seguirá siendo un arma de doble filo. Contra dos rivales tan débiles, primero Kashima y, si se gana, después Al Ain, sólo puede ganar prestigio, pero una derrota sería casi determinante para el futuro de Solari. El favoritismo del Madrid, ganador de las dos últimas ediciones, es evidente, más allá del pésimo momento de juego del equipo blanco. Motivarse, jugar a un nivel alto y convencer, además de un título de prestigio, devolvería las ilusiones a un equipo que, pase lo que pase en Abu Dhabi, sigue necesitando fichajes como el comer. Si no se gana, Mourinho, más que una sombra, será el clamor de esa nostálgica minoría.