Gala de As en reconocimiento a la mujer
Anoche celebramos la Gala de As, que ya va por su duodécima edición. Este año le hemos dado un sentido especial, acorde con el formidable y necesario universal reconocimiento a la mujer. El movimiento #MeToo puso en marcha un mecanismo de reivindicación plasmado el pasado 8 de marzo en formidables movilizaciones masivas. En línea con la necesidad de hacer examen de conciencia y de recuperar un tiempo perdido, hemos decidido conceder todos nuestros premios a mujeres. En el empeño, hemos comprobado que méritos sobraban. La lista de premiadas se alargó hasta catorce, y aún así no están todas las que son.
Fue por eso una gala más larga, pero también especialmente grata, por lo que significaba. Me hizo especialmente feliz convocar en una mesa a las pioneras de nuestro deporte, aquellas chicas de antaño, hoy mujeres mayores con vidas colmadas, que abrieron camino en un tiempo difícil. Cuando nuestras madres no podían sacar dinero del banco ni el pasaporte sin autorización escrita de nuestros padres. Cuando las chicas que pretendían hacer deporte eran tildadas de chicazos. Ellas abrieron, en los lejanos sesenta y setenta, el camino que las heroínas de ahora están convirtiendo en una autopista de muchos carriles.
Nos hizo el honor de acompañarnos Larisa Latynina, la mujer más laureada en Juegos Olímpicos. Sus 18 medallas entre Melbourne 56, Roma 60 y Tokio 64 representan la cumbre del deporte olímpico femenino. Hoy es una octogenaria activa y saludable, a la que todas nuestras campeonas actuales aplaudieron a rabiar. También estuvo con nosotros Edurne Pasabán, primera mujer en coronar los catorce ‘ochomiles’. Pero la gran satisfacción es el avance en conjunto de nuestro deporte femenino, cuyos logros se han ido acumulando mes tras mes. No tengo ninguna duda de que cuarenta años de Constitución nos han sentado muy bien.