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La intensidad no existe

Primero fueron las partes viriles. Luego se acuñó la furia. Y ahora se enmascara con el término "intensidad". Palabras todas ellas que definen una manera prehistórica de comprender el fútbol y de encontrar explicación cuando se producen las derrotas. Si los equipos ganan, siempre tienen intensidad; cuando pierden, es que ha faltado. La intensidad es concebida como un eufemismo. En realidad quieren decir que el equipo no ha corrido demasiado, le ha faltado actitud, no ha hecho faltas, no ha sido agresivo en la presión y le han sacado pocas tarjetas. Boca y River tienen intensidad; el Espanyol, en cambio, no la tuvo el sábado.

La intensidad no tiene que ver solo con la actitud, no funciona como un interruptor que se enciende y que se apaga. La intensidad no existe, es una percepción, resultado de un gran cúmulo de aspectos. Un equipo da la sensación de ser intenso cuando tiene actitud, cree en lo que hace, está bien estructurado en el campo, acierta con el plan de partido y puede competirle al rival. Si fallan algunas de estas condiciones, los jugadores llegan tarde a todo, no son capaces de ganar los duelos individuales y dan la sensación de que no están compitiendo.

El Espanyol no perdió el sábado por falta de intensidad. La percepción es que no hubo la intensidad adecuada porque falló el plan de partido y el equipo estuvo desordenado, como han repetido los jugadores y el técnico. No es cuestión de ver pocas tarjetas, de dar escasas patadas o de cometer menos faltas, aunque aún existe una masa crítica que prefiere ver el fútbol solo con esas gafas.