Aquella galopada en Kazán...
Fue el pasado 30 de junio. La previa de aquel Francia-Argentina la titulamos "Griezmann o Messi", pero de repente... De repente surgió Mbappé. Fue una carrera de 70 metros en la que llegó a alcanzar los 37 km/h, una galopada que hizo retumbar Argentina de norte a sur, de Jujuy a Santa Cruz. Quizá haya bastado esa actuación para llevarle directo al Trofeo Kopa, pero Mbappé ha hecho mucho más que eso en 2018.
Está a punto de cumplir los veinte años (20 de diciembre) pero su cara es la misma que la de la foto que hace años le sirvió de presentación ante el aficionado español: esa en la que posa sentado en la cama con la pared de la habitación llena de fotos de su ídolo, que no era otro (¿aún lo es?) que Cristiano. Pudo jugar con él en el Real Madrid y no lo hizo porque no le garantizaban la titularidad en un equipo con tres intocables arriba. Dejó Mónaco rumbo a París y allí ha crecido tanto que en su segunda temporada (12 goles en 8 partidos) ya es el rey del mambo. Por encima de Neymar. Uno va a París y ve la torre Eiffel, el Pompidou... y a Mbappé.
Tiene velocidad, toda la del mundo, también talento para inventar cuando la emboscada de los rivales le tiene acorralado. Es habilidoso pese a esa estampa de jugador pesado que camina por el césped con los pies a las diez y diez (exageradamente abiertos). Ganó el Golden Boy de 2017 con récord de votos y ahora el Trofeo Kopa. Le han votado los ganadores del Balón de Oro que están vivos. La crème de la crème. Saben bien lo que votan.