El Madrid vuelve a la fase yenka

El desastre de Eibar dejó pequeños los fiascos anteriores del Real Madrid, que resbala por el tobogán de esta temporada. Se habló de brotes verdes y de un equipo regenerado después del despido de Julen Lopetegui. Por lo que se vio en Ipurua, los problemas superan el margen de actuación de los entrenadores. El Madrid se encuentra en una situación inédita desde hace muchos años: situado en el sexto lugar de la tabla, con sólo un gol más a favor que en contra y con algunos jugadores pidiendo a gritos el banquillo o un próximo traspaso.

Le derrotó un rival que hizo perfectamente todos los asuntos básicos del fútbol. El Eibar fue aguerrido, ordenado, atento y ambicioso. Su viejo 4-4-2 le funcionó de maravilla. Se manejó con una convicción extrema y Mendilibar detectó desde el primer momento las principales lacras del Real Madrid: Odriozola quería correr tanto hacia adelante que siempre le obligaron a correr mal y tarde hacia atrás. Su flaqueza defensiva y su querencia aventurera quedaron todavía más señaladas por la insolidaridad de Bale. Nunca prestó ayuda al lateral derecho.

La catástrofe del Madrid fue de tal calibre que publicitó a un chaval que apenas ha jugado cinco partidos en la Primera División. Marc Cucurella, conocido como Cucu desde niño, juega en el Eibar cedido por el Barça. Es un carrilero de libro. De su formación en el club azulgrana mantiene el criterio para asociarse en espacios pequeños. Su vocación es tan ofensiva que cuesta calificarlo como lateral izquierdo. Quizá por eso Mendilibar le situó por delante de Cote, el lateral titular. Su producción frente al Real Madrid evitará dudas sobre su futuro. Cucu tiene una buena carrera profesional por delante.

El joven jugador del Eibar jugó con la voluntad de los jugadores que quieren hacerse un lugar bajo el sol en el fútbol. Fue el héroe de su equipo, pero no el mejor del partido. Todos los jugadores del equipo guipuzcoano fueron Cucu, al contrario que en el Real Madrid, donde lo único potable correspondió a Benzema, un combatiente insospechado. No hubo la menor rebeldía en el partido, que sonó a fracaso desde el principio. El Eibar tuvo a tiro una goleada escandalosa. Por lo demás, Riesgo, su portero, estuvo de vacaciones.

El trompazo del Real Madrid le devuelve a una etapa anterior al periodo Lopetegui. Está en fase yenka: un paso adelante y dos atrás. En aquellos momentos, el Madrid jugaba algo mejor de lo que decían los resultados. En Eibar perdió y mereció perder por más diferencia. El equipo está desgastado, parece envejecido, los mejores jugadores han pasado de los 30 años y algunos emiten señales de decaimiento. Bale ha respondido de manera lamentable a la condición de máxima figura que le atribuyó el presidente. Nunca mereció el honor. En Eibar dio impresión de abandonismo.

Aunque más cerca que el pasado año de la cabeza del campeonato, el Real Madrid transmite peores señales. En Eibar capituló de mala manera. Es un equipo que exige una reactivación desde hace un par de años. El presidente no lo ha entendido así. Agarrado a los sucesivos éxitos en la Copa de Europa, se ha desatendido a la renovación de la plantilla que se espera del Real Madrid. Es una realidad que se pretende ocultar, pero que resulta clamorosa a la hinchada.