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Un entrenador duro, pero una persona excepcional

Pedro Ferrándiz ha significado muchísimo en mi vida. Primero como jugador, porque aunque lo tuve que sufrir, me enseñó muchísimo: capacidad de trabajo, disciplina, espíritu de sacrificio... Y después como entrenador. Él me cogió de la mano; comencé en las categorías inferiores del Real Madrid y después fui su segundo antes de que me eligiera para dirigir el barco. Por eso le estoy tan agradecido, porque gracias a él pude cumplir un sueño y entrenar al Real Madrid, algo que me hacía muchísima ilusión.

Pedro era más duro que una roca, pero también un ser humano excepcional. Exigía en cada entrenamiento, en cada partido, pero porque sabía que era la única manera de lograr todo lo que conseguimos. Sus exigencias eran durísimas, pero cuando alguien necesitaba un apoyo, una sonrisa... ahí estaba él. También era un estudioso, que se pasaba todo el día pensando en baloncesto, analizando lo que podía ocurrir. La autocanasta nos la contó antes del partido frente al Varese, pero nosotros pensábamos que esa situación no se iba a dar, porque los equipos italianos siempre nos ganaban. Pero claro... al final ocurrió y salió bien. Lo tenía todo calculado. Así es Pedro Ferrándiz.