De Gea despierta nostalgias por Casillas

Al acabar el partido de Zagreb, Luis Enrique dijo algo que me gustó a medias: que le encantaría llegar a la fase final de la Liga de Naciones, pero que el verdadero objetivo es la clasificación para la Eurocopa con un grupo rejuvenecido. Me pareció un poco lo de la zorra y las uvas. Esta copa nos había ilusionado a todos, y motivos había para ello con el arranque que tuvo España. Ante la visita de Inglaterra al Villamarín estábamos a sólo un empate de ser campeones de grupo, a falta de un partido. Ahora resulta que estamos a expensas de que Inglaterra y Croacia empaten mañana. La ilusión de entonces es fastidio hoy.

Y respecto a la clasificación para la Eurocopa, quedan decisiones por tomar. Una es quién va a hacer pareja con Sergio Ramos en el centro de la defensa; ahí no hay nada claro. Otra, si Busquets está para sesenta partidos al año, y bien que duele decirlo. Otra, si merece la pena insistir en un Asensio tan lejano de lo que apuntaba. Otra, por cuenta de quién van a correr los goles. Aspas y Alcácer han convencido más que nadie, pero en Zagreb Aspas dejó el sitio a Morata en lo más duro de la batalla y Alcácer no estuvo, por un caso tan misterioso como el de Íñigo Martínez unos días antes. Vamos, como si diera igual que estuviera o que no...

Y, ‘last but not least’, la portería. Ahí estamos viviendo un desafuero. Por alguna razón, acordamos en este país, tan poco dado a consensos, el de que De Gea era el sucesor, sí o sí, de Casillas. Ya se ha visto que no, y la insistencia suena a pandilleo o a superstición. La nostalgia por Casillas es tal que más de la mitad de los que participaron en nuestra encuesta (cien mil en unas horas, una barbaridad) desea que vuelva. Cuatro de cada diez se inclinan por Kepa. De Gea sale el cuarto, detrás incluso de Pau, ambos rondando el 5 %. Es duro, pero se ha ganado esa desconfianza. Nunca vi la portería de España tan mal defendida tantos partidos seguidos.