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Inexplicable. No tiene lógica alguna lo sucedido este último mes con la España de Luis Enrique. Llegamos al Benito Villamarín con la vitola de súper favoritos, pendientes de un simple empate ante los ingleses que nos hubiese dado el billete para la ‘Final a Cuatro’ de esta novedosa y atractiva Liga de Naciones. Un simple puntito al calor de nuestro pueblo. Agua. Nos cayeron tres goles en un primer tiempo para la Sala de los Horrores del equipo nacional, que creíamos precintada y abandonada desde las dos Eurocopas y el Mundial conquistados en el quinquenio de oro (2008-2012). Aún así, teníamos la bala de oro en Zagreb. Ganar y ya está. Fuera penas. Una oportunidad de alejar los fantasmas derrotistas alimentados en Brasil-2014, Francia-2016 y Rusia-2018. Más agua. Los croatas, que al fin y al cabo vienen de ser subcampeones del Mundo, sacaron su orgullo patriótico y nos terminaron tumbando en un segundo tiempo de locos. Siempre fuimos a remolque. Tic, tac, tic, tac. 1-0, 1-1, 2-1, 2-2, 3-2...

Factor De Gea. Mucha gente que en sus tiempos aplaudió que Casillas saliese del equipo nacional tras su mala actuación en el Mundial de Brasil me reconocía tras el partido que tardaremos mucho tiempo en volver a tener un portero tan determinante y trascendental. A buenas horas, mangas verdes. Al portero de España no se le exige que haga milagros, como sí hizo Iker en la tanda de penaltis ante Italia, o ante Paraguay y Holanda en Sudáfrica. Pero al menos le pedimos que pare las parables. De Gea fue casi transparente en Rusia (no se le recuerda ninguna parada de gol). Y ante Croacia sólo salvó un gol cuando ya iban 2-1. En el 1-0, tras la pérdida de balón de Sergi Roberto, se quedó clavado en la caja, y en el 2-0 hibernó en su portería ante un centro cruzado al segundo palo en el que normalmente los guardametas salen con energía para imponer su autoridad. De Gea mide casi dos metros y le cuesta adueñarse del juego aéreo. Los rivales lo saben ya de memoria. Y se aprovechan...

Orgullo croata. Tras el 6-0 de Elche, los ajedrezados parecían fundidos y rendidos. No les conocen. Tienen un orgullo admirable y cuando se ponen la camiseta de Croacia defienden el escudo como si les fuese la vida en ello. Modric, Rakitic, Perisic, Rebic... Son guerreros cuando juegan para su país. Y nos acabaron dando estopa.

Ceballos, ejemplar. Pensando en el corto plazo, el utrerano se matriculó con una actuación soberbia. Pidió la pelota, metió un gol, buscó el segundo, recuperó mil balones, luchó hasta dejarse el alma... Dani, tú espejo debe ser en el que se mire esta Selección si quiere recuperar el prestigio extraviado a base de varapalos como éste...

Velas al Santo. Es la receta para este próximo domingo. El día en el que jugarán en Wembley los ingleses y los croatas. Soñemos con el milagro. Dos equipos necesitados de la victoria para soñar con la gloria de la clasificación, sabiendo que el que pierda bajará a la Segunda (Liga B) de esta Nations League. Ese todo o nada nos puede ayudar. Si a los dos sólo les vale ganar, quizás eso les lleve a un empate diabólico que los deje entre Pinto y Valdemoro. Y ahí estaría España. De rebote. Pero valdría. Acostumbrados a ser históricamente víctimas de estos factores numéricos (con alguna excepción), sería bueno pasar aunque fuese por la puerta de atrás. No nos queda otra. Hace mucho que perdimos la mano. Así nos ha ido...