Dos clubes en mundos distintos
Seis años han pasado desde aquella final de Europa League en Bucarest. El proyecto Simeone estaba dando sus primeros pasos y en Bilbao aún se podía mirar a los ojos al Atleti. Bielsa perdió aquella cita y los caminos de ambos clubes se distanciaron. Valverde llevó el volante de una transición dulce, una travesía con Aduriz en su plenitud, pero a su marcha la nave se está yendo a pique. Mientras el Atlético crecía, en San Mamés tomaba las riendas Ziganda y no dio con la tecla. Así que se recurrió a Berizzo.
El discípulo de Bielsa, otro seguidor acérrimo de River como el Cholo, levantó pasiones en junio pero su llama de la ilusión se ha apagado bien pronto. Si el pasado une a los clubes que se enfrentan esta tarde (el origen del Atlético lleva la sangre de los bilbaínos) en la era moderna sólo les agrupa tener un flamante nuevo estadio. El siglo actual ha arrinconado a un club con una filosofía singular, que le estrangula porque le obliga a pagar dinerales a jugadores que fuera de este ámbito endogámico serían tratados como futbolistas del montón. A la crisis deportiva, con los jugadores cruciales cada vez más envejecidos, se suma la económica, con un entorno día a día más amenazante por el dinero de la tele y un presupuesto difícil de sustentar.